22 de noviembre de 2010

Ahora el silencio acompaña mucho más de lo normal.

Después de un fin de semana musical, y precioso, mi conclusión es: amo Madrid y sus conciertos, y nada sienta mejor que un acústico bien íntimo (rodeada de mucha calidad humana) después de un concierto grande (también con personas muy bonitas)

Todo empezó al sábado a las tres de la tarde, cuando subimos al coche, encendimos el GPS y dijimos allá vamos Madrid. Después de unas cinco horas de viaje, confundirnos de entrada, el frío que hacía etc. empecé a respirar la magia, noté el sentimiento que había allí dentro, empecé a ver personas a las que tengo tantísimo cariño, fue tan bonito... Y el señor Martín, nada de pequeño, gigante. Vale, me faltó algo, un yo que sé, me pareció demasiado grande el sitio, es un tipo de concierto que me gustaría vivir en una salita, pero aún así... pensándolo dos veces, creo que fue el concierto perfecto en el momento adecuado. Con un Daniel desnudo ahí arriba, se dejó ver cómo es por dentro, todo. No sé como puedes ser tan valiente de cantar el cielo de los perros, en ese momento casi inundo la caja mágica, es tan.. preciosa. Hubo un momento, no me acuerdo bien en qué canción, en el que toda la caja mágica cantaba a la vez, se quedaba en silencio a la vez y se notaba tanto la ilusión de cada una de las sonrisas allí presentes... Fue increíble. Gracias, de verdad, a todas aquellas personas a las que abracé, con las que compartí unas palabras o una sonrisa. Vosotros lo hicisteis así de especial.


Al día siguiente según suena el despertador me aparece una sonrisa en la cara. Dormí poco, y qué mas dá. Asomarse a la ventana de aquel hotel desde una duodécima planta y ver todo Madrid no tiene precio. Saltamos a la calle en un día medio lluvioso, buscando la puerta del sol, buscando la calle Barcelona, pero sobre todo, buscando la sala Barcelona 8. Grande René y más grande aún Isaac. Mini acústico, sí, no más de veinte personas, tan íntimo como precioso. Me recargó de energía de verdad. Y la comida en familia fue el mejor punto final que podía tener el fin de semana.


Otras nosécuantas horas de vuelta a casa... qué pena que haya terminado. De momento. En realidad todo acaba de empezar...



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