25 de marzo de 2011

Nada más.

Ciudad, prisas, metro, vidas cruzadas, cada uno su porqué. No tener horario. Amanecer con la cama vacía, o bien, huir de camas extrañas en la madrugada. Vivir con una ilusión por amiga buscando algo por lo que volverse loca y sentir. Ama las guitarras, aprendió a tocarla a los 17 años cuando se empezó a oler por donde estaba dirigido su camino. Y también aprendió a tocar a los chicos que rasgaban esas seis cuerdas. Noches en hoteles caros, y en coches también. Elegir el ritmo que quiere vivir. No esperar llamadas suicidas. Siroco, Costello, Sol, Galileo Galilei... Conciertos en primera fila, escuchando canciones que un cantante la escribió. Sentir como esas melodías la rozan, la abrazan, la tocan, como algunas noches también lo hizo bajo el pantalón. Única grupie. Viajar de aquí para allá colgando siempre del Rock'n roll. Llegar a una cama desconocida amaneciendo el sol, con el rímel corrido y restos de carmín. Que baste un boli y un papel para curar las heridas. Encerrar con candado los ingenuos sueños y callar sus gritos, que dejen de doler. Música, alcohol y a sonreír.

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